Se trata de las palabras que dices en tu mente durante la lectura y es una de las principales razones por las que la gente lee lentamente y tiene problemas para mejorar su velocidad de lectura.
Tolle sugiere que, al observar estos pensamientos sin identificarnos con ellos, podemos comenzar a desactivar el poder que tienen sobre nosotros. La práctica de la atención plena es una herramienta clave para silenciar esta voz y encontrar paz interior.
Nuestro diáemblem interno corresponde a aquella conversación que tenemos con nosotros mismos. En ocasiones no somos conscientes de las palabras que nos decimos, de esta manera podemos tener diálogos asertivos pero también negativos.
El “yo débil” se basa en el miedo y la ansiedad. Las personas que lo experimentan pueden sentirse dependientes de las/os demás; incapaces de cuidarse a sí mismas; sumisas; incapaces de expresar emociones sin que algo malo suceda; vulnerables y preocupadas por la pérdida de Regulate; desconfiadas, aisladas o abandonadas.
Es importante saber que el diásymbol interno positivo de todos no será el mismo, y debe probar algunos enfoques diferentes para encontrar los que finalmente funcionen para usted.
Conocer la mirada que tienes sobre ti, así como de las palabras que te dices. De esta forma, podrás generar conciencia sobre las áreas de oportunidad cuando se trate de cumplir metas y salir de tu zona de confort.
Desde ayudar a superar la dismorfia corporal hasta el rendimiento deportivo, mediar la ansiedad y la depresión, hasta un aprendizaje más efectivo: el diásymbol interno positivo puede marcar una gran diferencia.
Lo que esto nos dice read more es que el diálogo interno positivo puede ayudar a superar estos trastornos, al corregir el sesgo hacia los pensamientos y creencias negativas que podemos tener sobre nosotros mismos.
Una de mis formadoras y maestras, llama a este crítico interno «el susurrador». A mí me gusta mucho este calificativo, porque evoca a una especie de consciencia permanente que nos susurra al oido demasiadas cosas. «10 cuidado de no equivocarte», «muéstrate sonriente en este grupo de amigos no vayan a darse cuenta de tu inseguridad», «no estás estudiando lo suficiente», «te falta mucho por conseguir», «recuerda que aun no has hecho esto», «esto lo estás haciendo mal»… Es decir que el crítico interno está pendiente de si hacemos o no lo correcto, en qué medida y de qué manera lo estamos consiguiendo, generalmente desde una perspectiva negativa o amenazante.
Sin embargo la autocrítica destructiva no aporta valor o riqueza interior. Ya que lejos de impulsarnos, en muchas ocasiones nos culpa injustamente, empuja o incluso limita por su severidad.
Para manejar las voces de la mente negativas, podemos desarrollar la habilidad de reconocerlas y cuestionarlas.
Cuando sentimos vergüenza, estos sentimientos nos hacen querer ir dentro de nosotras/os mismas/os, resguardarnos y retirarnos de aquello que nos provoca sentimientos desagradables. Esto puede desencadenar en comportamientos de evitación para calmar la ansiedad. El punto es que la vergüenza y la autocrítica nos impiden hacer las cosas que necesitamos para cuidarnos a nosotras/os mismas/os y, en última instancia, ser compasivas/os, establecer conexión con otras personas y aumentar nuestra motivación.
Como su nombre nos deja fileácilmente adivinar su naturaleza, es aquel que promueve la ansiedad y sus frases favoritas comienzan por “Y si…”
” Estas palabras no solo generan culpa y frustración, sino que también alimentan la inseguridad y el miedo al fracaso. Con el tiempo, este patrón puede minar nuestra autoestima, haciendo que dudemos de nuestras capacidades incluso en situaciones en las que tenemos habilidades suficientes para triunfar.